18.8.08

EL SUEÑO ROTO

LA GRAN METÁFORA DE LA PACA

Algunas semanas después, no recuerdo cuantas, de la primera cola de tormenta tropical, nos volvió a azotar una segunda, y ésta fue en sentido literal y metafórico.

En este clima tropical es habitual, en época de lluvias, que prácticamente cada día llueva de manera más o menos intensa y sin una hora fija. Cuando lo hace intensamente es una gozada sentir cómo el cielo se cae en forma de agua sobre tus cabezas y todo lo que hay bajo su dominio. Es una lluvia de temperatura templada pero furiosa que hace que las calles se conviertan en ríos en pocos minutos y no te importe en absoluto acabar empapado, al contrario, tiene su lado divertido y liberador. No se hacen interminables y el ambiente se refresca un poco, pero nunca se enfría lo suficiente como para sentirte incómodo después de haberte mojado.

Pero aquello fue diferente, no entrañaba la alegría de esa lluvia casi festiva y purificadora. Fueron muchos días, tampoco recuerdo cuántos, de lluvia continua y mantenida. La Paca ha sido durante todo este viaje nuestra casa, nuestro hogar que creamos con mucha ilusión desde el principio como una proyección de nosotros y que fuimos gozando y manteniendo a lo largo del camino, sintiéndonos algunos momentos casi invencibles. Pero en esos días no soportó tanta agua caída sin descanso y empezó a tener goteras y filtraciones. Como una gran metáfora, comenzó a mostrar debilidades que hasta el momento no había mostrado; como si un agente externo, el agua, símbolo del mundo emocional, pusiera en evidencia que habían más fisuras de las que imaginábamos. De repente, el agua y la humedad se apoderó de nosotros y de nuestro hogar. Estuvimos muchos días prisioneros de eso y prácticamente todo lo que estuviera en contacto con las paredes exteriores acababa empapado. Para colmo, menuda casualidad, una gotera sobre la cama de encima de la cabina, la nuestra, mojaba la parte que ocupaba Antonia impidiendo que se pudiera acostar a mi lado y obligándonos, o a dormir separados, o a dormir en la cama de atrás, que al ser más pequeña y corta no nos daba el descanso ni el arrullo que siempre habíamos tenido.
Además, cuando llegamos al Nogalito, poco antes de que empezara la época de lluvias, no nos dio la sensación de que fuera un lugar tan húmedo, pero al estar a la vera del río, rodeados de vegetación y cayendo agua a diario, sí lo era, con lo cual aquellos días, no había manera de que nada se secara y nos diera un poco de paz.
La situación nos desbordó, sentíamos que poca cosa podíamos hacer ante esta abrumadora realidad que nos acechaba y el Nogalito, ese lugar que nos podía haber dado la armonía para poder seguir soñando nuestro sueño, se fue convirtiendo en un espacio opresivo que nos metía cada vez más en una pesadilla.
Yo, después de valorar el aspecto técnico vi que lo más optimo era arrancar la vieja silicona del techo, castigada por la intemperie y volverlo a sellar, pero eso era muy laborioso y la lluvia no daba tregua, como si corriera a contra reloj y sintiera que el tiempo caía como una losa sin dejarnos pensar con claridad, sin poder parar el mundo unos instantes. Para salir del paso, lo único que pude hacer fue poner un trozo de plástico que cubriera la zona donde se generaba la gotera de nuestra cama. Y la cosa pereció que funcionaba, pero cuando ese agente externo volvía a irrumpir con fuerza, de nuevo teníamos que dormir separados o incómodos.

Y EL HURACÁN CONTINUABA

Aquel huracán al que Antonia hacía alusión en la anterior entrada no paró. Al contrario que la mayoría, que van perdiendo energía conforme pasan los días, éste fue adquiriendo más y más velocidad y fuerza generando un dolor cada vez más profundo y ácido. El río que pasa por Boca de Tomatlán se desbordó anegando el jardín donde hubiéramos vivido, al igual que mis ojos, que ya llevaban días desbordándose.

Pero éste huracán no tenía un sentido anti-horário, es decir, una fuerza centrípeta, sino que su fuerza era centrífuga y Antonia, por mucho que yo la intentara aferrar para que no se me fuera, no pudo mantenerse en el centro de su ojo hasta que al final salió disparada junto con esa tromba de agua que aquella cola de tormenta tropical nos trajo.

Decidió irse a vivir a un apartamento que alquiló en Vallarta porque la situación era insostenible. Yo no soportaba vivir sólo en nuestra Paquita ni el aislamiento del Nogalito y también me busqué algo por el centro. Por aquellos días los ríos se seguían desbordando, esta vez fue el de "El Edén". Al probar un día sus aguas note que su sabor era el mismo que la que caía por mis mejillas sin parar. Al rato parecía que volvían a su cauce, pero en realidad no era más que una puta montaña rusa de dudas y emociones en carne viva. Nada que ver con aquella en la que nos montamos una noche en Las Vegas, de la que no comentamos nada en su día, y que su carricoche nos transportó durante un momento eterno en un vaivén de felicidad sobre las miles de luces de la ciudad del pecado y bajo las estrellas del desierto de Nevada.

Ahora siento que la devastación ha sido extrema, que el sueño se ha roto en pedazos y que la distancia parece definitiva. Que no puedo vivir en el mismo lugar al que llegamos con tanta esperanza e ilusión y que nos acogió con tanta luminosidad, porque cada rincón de la Bahía me recuerda esa luz que ya no podré compartir o ese dolor que se ha aferrado a mis vísceras. Me siento agotado y no tengo fuerzas para seguir el viaje solo, no por ahora. No le veo sentido sin mi compañera de viaje, con la que pintamos con nuestras manos entrelazadas el lienzo de nuestros sueños durante tantos años. Ese lienzo que con nuestra magia lo acabamos convirtiendo en realidad y cada vez parecía más sólido e interminable.
Y el Pacífico, el mismo que varios miles de kilómetros más al Norte nos bautizó y nos catapultó hacia ese sueño hace ahora casi un año, se me antoja basto y duro. Mientras los cálidos brazos de mi Mediterráneo me susurran en la distancia promesas de bálsamos para mi corazón y fuerza para mi voluntad.

Así que en breve, antes de que acabe agosto, estaré pisando el suelo del lugar del que me fui y al que no quería volver por el momento, pero siento que no me queda otra elección para desprenderme de éste presente que me ahoga y me tiene atrapado. Sabiendo, también que cuando esté allí, echaré mucho de menos éste maravilloso continente y a la persona que, en un principio, se queda.

A la Paca la dejaremos guardada en un "storage" (un almacén para éste tipo de trastos) y quizá también adquiera la metáfora de dejarla dormir un tiempo para después despertarla los dos con fuerza renovada y quién sabe si poder curarle las heridas de su pobre estructura maltrecha por el camino. O simplemente como un faro, para mí, en el lejano horizonte americano que recuerde que los viajes son sueños que se hacen realidad. Aunque en estos momentos sienta que el sabor es amargo y ni tan siquiera pueda creer que pueda convertirse en agridulce, para al final acabar siendo sólo dulce.
El dulce más bonito que he tenido hasta ahora.

EL VIAJE CONTINÚA

El castanedasway se ha bifurcado en dos y cada uno de nosotros está transitando su aprendizaje personal, individual. Es un momento de afrontar solos, asomarnos al fondo de nuestra alma, frente al espejo que está siendo la vida en estos momentos.

Sólo se puede hacer en solitario, no puedes agarrarte a nada ni a nadie porque la única cosa que te puede sostener es tu centro. Por esta razón lo hemos tenido que vivir tan lejos de cualquier asidero posible para nosotros.
Desde el inicio de este huracán en nuestras vidas, en nuestro viaje, hace aproximadamente dos meses, hemos estado cada uno sin máscaras, mostrando los miedos e inseguridades que hemos cargado durante tanto tiempo con nosotros. Durante este tiempo hemos visto que algunas cosas se han perdido en este camino juntos, se han roto en pedazos, pedazos que no sabes juntar y pese al gran amor que nos inunda, dudas de si podrán hacerlo.

Quisimos afrontar esta etapa del viaje de forma pura y dejar descansar a la Paca. También descansar nosotros de ella un poco y así decidimos alquilar una casa en Vallarta cada uno por separado.
Así hemos pasado un mes, hasta que Xavi decidió tomar un avión a Barcelona.
Yo he decidido quedarme y esperar a un proyecto que tenía hace meses, desde que estuvimos en Nuevo México. En septiembre me voy a Albuquerque a estudiar durante dos meses Core Synchronism, una técnica que empecé hace un año en Barcelona y que querría pronfundizar y acabar de manejar con el creador de ella. Core synchronism.
Dio, Dani, Óscar e Iván estuvieron en el momento en el que estaba estudiando el primer nivel. Un día me llevaron de carrera a un taller porque la noche anterior fui al Mágic Festival en Olot para ver a Cosmic Grass y al día siguiente tenía clase en San Cugat. Les comenté que era el curso de mi vida.

Pues, aquí estoy, teniendo la oportunidad de estudiarla en la escuela y con el hombre que la creó. Todos estos masajes robotizados en el hotel Dreams han tenido su sentido pues me han ayudado a ahorrar para el curso y la manuntención.
En noviembre vuelvo a Vallarta y a partir de ahí todo es incertidumbre. No sé qué pasará. En el hotel Dreams me han dejado al puerta abierta para volver. Seguro que tendré que pasar un rato para volver a ahorrar y poder ser solvente. También existe la posibilidad de ir a Cancún, porque un gerente con el que trabajé aquí me ha invitado a trabajar con él. Además, en Los Cabos (Baja California), está Sara, una buena amiga que hice en el Spa y que me invita a ir también. Todo se abre en posibilidades con el único requisito de estar abierta y dispuesta a seguir aprendiendo a dejar fluir este mi castanedasway. Un castanedasway diferente al anterior, con otro nombre.

Es muy difícil describir todos los sentimientos que inundan mi corazón. Camino por estas calles y me siento plena por estar viviendo lo que estoy viviendo. En muchos momentos me siento muy triste por haber tenido que tomar la decisión de dejar este proyecto de vida con un hombre hermoso como es Xavi. Nuestra andadura juntos fue a veces muy difícil pero siempre hubo belleza y magia.
Algún asomo de duda me viene a la cabeza pero si miro de frente a mi alma, siento que todo mi ser me empuja a tomar esta decisión. No conozco una forma más honesta para seguir viviendo lo que estoy viviendo en estos momentos aquí, en Vallarta. Para poder seguir aprendiendo tengo que despojarme de todo. Sabía que este viaje era el viaje del desapego. Dejé Barcelona en el mejor momento de mi vida, con un trabajo que me gustaba y que se ajustaba a mis sueños, con amigos de muchos y pocos años maravillosos, con una relación fantástica con mi familia... Después, la Huayna se fue. Y ahora tengo que dejar mi relación con Xavi y nuestro Castanedasway. ¿Hay algo más a lo que tengo que desapegarme? Seguro que sí. Allí vamos. Hacia la pureza de esa libertad que el encabezamiento de nuestro blog aboga. Siento que he arriesgado y arriesgo mucho por esa libertad del alma, pero tengo que encontrar mi luz propia y brillar en su máximo esplendor hasta que llegue el momento de que se extinga y mi viaje en esta tierra acabe.

Esto es una despedida. Aquí se acaba este relato. Pero los sucesos no cesarán y la vida seguirá transcurriendo, tan pura, tan libre como sea capaz de afrontar.

Desde aquí os abrazo infinitamente a todo aquél/aquella que ha estado dando apoyo a este proyecto de una forma u otra. Siempre llegó esa fuerza hasta aquí. No existen palabras para describir la inmensa gratitud que siento.
Gracias.

9.7.08

ESTOS ÚLTIMOS MESES

Sabemos que hemos estado mucho tiempo en silencio, pero las semanas van cayendo casi sin darnos cuenta. El día a día va adueñándose de nosotros y apenas nos da tiempo para reflexionar por donde estamos transitando.
Todo va con un ritmo lento y frenético con una cotidianidad de cambios profundos que se suceden de una semana a otra en nuestras almas. No sé qué tiene esta bendita tierra, pero no te deja indemne.

Voy a empezar explicando cambios importantes y cotidianos. Como ya sabeis estamos los dos trabajando con un ritmo bastante fuerte, por suerte, volvemos más o menos a la misma hora y nos da tiempo a comentar un poco el día antes de prepararnos para el día siguiente. La lástima es que no coincidimos nunca en nuestros días de descanso, así que no podemos salir mucho a conocer la zona. Nos escapamos alguna tarde a descubrir alguna playa o a ver alguna película en el centro. La verdad es que la zona histórica del centro nos gusta mucho, es muy tranquila y agradable. Da gusto pasear por allá, asomarse a la playa, sentir al mar de cerca que siempre está omnipresente. Es un alivio porque siempre sentimos que nos libera y nos limpia cuando lo necesitamos. Es muy diferente a nuestro Mediterráneo, es más misterioso e inquietante, más oscuro. Pero ofrece unas puestas de sol bellísimas y diferentes. Nos pacifica el alma y nos da horizontes para saber que podemos ir más allá.





Nos costó dos meses poder encontrar un lugar para poder vivir, el ritmo es más lento por aquí y todo tienes que hacerlo con esa cadencia mientras Xavi buscaba trabajo y necesitaba la Paca para poder recorrer Vallarta y sus colonias en cada entrevista. Así, que el día a día durante estos casi tres meses fue duro, porque al final de la jornada laboral lo que querías era descansar y teníamos que llamarnos para saber dónde estaba la Paca y volver a "casa", o yo tenía que esperarlo en un OXXO (especie de tienda multiservicios) que estaba cerca del hotel hasta que acabara con sus gestiones. Fue agotador y a veces nos crispaba porque las noches eran sagradas para descansar y el único sitio que encontrábamos era un mirador hacia el mar que elegían las gentes del lugar para aparcar sus coches, poner la música a tope y hacer su botellón. Esas semanas fueron estresantes porque el lugar era precioso y cuando ya era la hora de acostarse es cuando venían. Quizá el tipo de música era lo de menos, pero siempre ponían la misma, todos, o regatón o banda, música típica de aquí, que al final nos ponía nerviosos ya sólo de sentir la línea de bajo hecha con un trombón. El volumen era impresionante, porque no es que se escuchara la música es que vibraba la Paca con los graves! Así que intentar dialogar o sufrirlo o escaparnos era nuestra rutina nocturna. A veces probábamos a dormir en una calle solitaria del centro, pero el calor era sofocante. Aquí la humedad es brutal y no corría una brizna de aire.
Nos resistíamos porque dormir con el arrullo del mar era un regalo y las mañanas con esa imagen en la ventana era empezar el día de una forma única.







enlace con fotos de mientras tanto



En estas idas y venidas descubrimos un lugar que se llama el Nogalito. Es como un rancho con cuatro casas, por donde pasa un arroyo. Lo descubrimos buscando silencio y entrábamos en la pista de tierra. Allí aparcábamos en una pequeña explanada al lado de una bomba de agua. Hacía más fresco y un silencio total. Era nuestro refugio

Entre todos los trámites, buscábamos lugar en Boca de Tomatlán, aquel pueblo al lado de la playa donde conocemos a Karla y Michel. Está lejos del centro y del Hotel pero nos gustaba mucho ese lugar y estar tan cerca del mar.

enlace con fotos de boca

Al poco de encontrar trabajo Xavi, ya nos centramos en buscar ese terreno que necesitábamos para nuestra salud mental y física. Un hogar estable. Vivir en la Paca es maravilloso pero cuando estás trabajando con una rutina no es lo mismo que estar viajando de un lugar a otro con ella. Necesitábamos estar fijos en algún lugar.
Hicimos nuestras pesquisas, hablando día tras día con las gentes de la zona donde veíamos algún terreno adecuado para la Paca, charlando al ritmo mexicano, platicando una y otra vez. Hasta que encontramos una oportunidad en Boca, un sitio precioso, un jardin cerca del río. Nos gustó mucho y el dueño estaba muy interesado. Nos dijo que tenía que abrir una puerta en el muro, que ya lo había pensado y que lo haría en dos días para que fuéramos a vivir allá. Estábamos emocionados, los dos con trabajo, viviendo en Boca cerca de esta pareja de amigos y otras personas muy agradables que conocimos hace unos días. Genial. La vida provee.

¿Qué pasó? Pues aún la puerta está por hacer, el tipo éste, Efrén, no da señales de vida y todo se esfumó.
¿Nos importó? No, porque teníamos un plan alternativo, pero si hubiera sido por ese capullo aún estaríamos dando vueltas por las calles de Vallarta o la costa.
Nuestro plan alternativo era también muy atractivo y es donde estamos ahora.


EL NOGALITO

Nos incursionamos durante tres semanas en este pequeño rancho, rodeado de jungla y arroyos, platicando con unos y con otros, tranquilamente, sopesando, hasta que una noche, cenando en un puesto de quesadillas, nos vimos rodeados con todos los del pueblo dando ideas y buscando entre todos un lugar para esa pareja de la autocaravana que estacionaban al lado de la bomba. ¡Todos nos conocían! Fue un verdadero viaje, conocer a estos personajes que están todos ligados por parentesco, con todo lo que eso conlleva. Nos fascinaba el entorno y sus gentes y pensamos con determinación que éste era el lugar, incluso antes de que nos dejara tirados Efrén. Pensamos que era más seguro, la época de lluvias es muy fuerte y desborda los ríos y arroyos. El jardín de Efrén está ganado al lecho del río y algo dentro de nosotros nos asustaba que así fuera. La naturaleza vuelve a su cauce o esa es su tendencia. Además, aquí estamos muy cerca de las cosas que ofrece Vallarta.
Así que después de mucho buscar encontramos un terrenito vallado a la orilla del arroyo pero no en su cauce, en medio del pueblito, con una toma de agua y la posibilidad de tener electricidad que aún no hemos podido gestionar. Allí hemos colocado la Paca, hemos puesto el toldo y nuestras sillitas, bajo un mango y un aguacate que de vez en cuando van bombardeándonos con sus frutos. Xavi que es un manitas para todo, ya ha hecho sus chapuzas y tenemos el agua conectada a la Paca siempre, con una segunda salida para tener agua fuera, al lado del toldo y poder ducharnos allí, que es una gozada. Después de haber sufrido con la escasez de agua estos tres meses era un alivio. Yo, por suerte, me podía duchar en los vestuarios del Hotel, pero Xavi se bañaba literalmente en el mar, con jabón y todo. El depósito de la Paca es pequeño y si te duchas con la cotidianidad humana acostumbrada nos duraba tres días escasos y sí podíámos llenar gratis en las gasolineras, pero en Vallarta no hay tantas y ya empezaban a mirarnos mal.

El otro día preparó el suelo de nuestro "porche" para que estuviera plano y poder colocar con el tiempo un hule y poder hacernos masajes allá, nuestros estiramientos y todo lo que nos apetezca.
Nos falta una mesita que en breve conseguiremos y ya será el acabose.

La única pega, la única, ¿Sabéis cuál es? Los bichos.
Somos muy aprensivos con los bichos, pero es que aquí son muchos, muy raros y grandes!!! Las polillas son del tamaño de un puño. Y las arañas y los escarabajos voladores... Y la cantidad de bichos susceptibles de picarte.... ¡Estamos cosidos a picadas con repelente y todo!
Como nos dijo el Sr. Olimpio, nuestro vecino, con el tiempo te dejan de picar porque ya te conocen... Otro vecino, Don Justo, nos recomendó quemar las hueveras de cartón porque el humo los aleja...
¡Paciencia! Mientras, intentamos que no entren en el recinto sagrado de la Paca, aunque una vez se nos coló un insecto que casi me mata del susto mientras dormía. Me despertó un zumbido del tamaño de un elefante, abro los ojos y veo un bicho que hace destellos de luz. Son unos bichos que están por todo el Nogalito, luciérnagas voladoras que desprenden luz parpadeante y son bonitas... de lejos.
O otra noche que de repente vimos una araña andando por la encimera de la cocina. Era una araña de esas de las de verdad, enorme y de patas gordas, que son capaces de hacerte soñar con ella la noche de haberla visto. El miedo nos venció y no pudimos evitar matarla aunque nos pesó.
Durante el día es más tranquilo en este tema, aunque el terreno es campo libre para gallinas y gallos de no sé quien, también hay una colonia de gatos que por desgracia nos evitan, nos miran de lejos y no se acercan. Ah! Y hace unos días descubrimos una ardilla que hace sus paseos por el aguacate encima de nosotros y una iguana gigante que se pasea y al escuchar nuestros pasos se escapa corriendo al río.

De todas formas, al principio no fue llegar y besar el santo. Al día de estacionar la Paca, empezó a llover una semana entera sin parar. Era la cola de una tormenta tropical que estaba más al sur y vimos que había una gran gotera en el aire acondicionado. A causa de tantos baches, topes y carreteras mexicanas, el aire acondicionado se desplazó de su lugar y el agua se escurría por allá. Lo sabíamos, pero Xavi necesitaba un lugar tranquilo para poder desmontarlo y colocarlo en su lugar. La lluvia nos ganó y pasamos una semana húmeda y con barreños en medio del escaso espacio que deja la Paca. Al finalizar esta tormenta se pudo poner en marcha y lo arregló el campeón.
Ahora sí, estamos en plena temporada de lluvias y todo va como la seda, sin goteras, ni humedades y dejándonos purificar por esta lluvia repentina y refrescante.
En definitiva, estamos muy contentos de estar aquí, tener este espacio tan precioso al volver de la jornada laboral, poder tener agua y ducharte cuando te dé la gana, poder lavar ropa y tenderla al sol. Cosas sencillas y básicas.





Así ruge la jungla una noche cualquiera


enlace con fotos de El Nogalito


Nos sentimos agradecidos de estar aquí y de estar trabajando en cosas que nos gustan aunque las condiciones no sean las mejores. Nos permite ahorrar para nuestros proyectos y vivir que no es poco. Además ahora como la temporada está más floja, me suelen dar "días sin goce" (aunque los goce muchísimo yo) que quiere decir sin cobrar ya que el trabajo escasea y van dando descansos a las terapeutas. Esta semana me han dado dos además de mi día de descanso normal. O sea, que aunque sea menos dinero también descanso, cosa que no está nada mal....

El nogalito nos da la tranquilidad y estabilidad que necesitamos ya que en este momento estamos pasando por un momento de transición muy movido. Gracias a la providencia, al gran espiritu, a dios, al encontrar este remanso de paz, el movimiento interno se ha abierto paso en nosotros y estamos viviendo un verdadero terremoto emocional y espiritual en nuestras vidas. Hay mucho dolor e incertidumbre pero a la vez el amor nos envuelve a los dos y nos hace estar en nuestro centro intentando sobrellevar estos momentos de cambio en nuestro sistema de creencias, en nuestra actitud vital, en nuestro presente.
Estamos juntos en este especie de huracán, intentando no movernos de su ojo aunque sabemos que el alrededor está agitándose y cuando acabe quién sabe lo que encontraremos, qué devastación habrá y qué base habrá para caminar de nuevo sobre suelo firme.
Soy ambigua y no doy detalles pero no son necesarios en este momento porque estamos en pleno proceso. Como en la introducción de nuestro blog, sólo intentamos brillar con nuestra luz, la de cada uno para no confundirnos en este mar de estrellas que nos rodea.
Somos fuertes y esta bendita tierra nos protege. Vuestro amor y fuerza la sentimos cerca y no nos da miedo. El amor nos rodea y es nuestro timón, sabemos que así no nos equivocaremos.
Estamos donde queremos estar y eso ya es un regalo.

5.7.08

EL TRABAJO

LA BÚSQUEDA

No voy a decir que la suerte dejó de mirarme durante unas cuantas semanas, porque eso sería deshonesto por mi parte, aunque cuando me ponía egoísta, así lo creía. Al rato volvía la lógica y pensaba que la pobre, la suerte, debe estar más que solicitada y no debe dar abasto.

Nunca, a pesar de semanas de dudas, obsesiones, espirales y fantasmas, he dejado de valorar la situación vital en la que estamos y sentirme por ello agradecido. Aunque hayan habido momentos en que no me apeteciera decírselo. A ella, a la vida.

De todos es sabido que el agua limpia y dicen que la sal purifica, y muchos días, después de calurosas y agotadoras jornadas de búsqueda, aprovechaba la fortuna de vivir enganchados al mar y me sumergía en él. Con el Sol a punto de perderse en el horizonte y dejándome llevar por el vaivén de las olas, sentía que las fuerzas se renovaban y la fe de encontrar algo digno, regresaba a mi lado. Aunque hubieron amaneceres que no daba con la piedra que la escondía, a ella, a la fe.

No negaré que al final la cosa se complicó un poco. Mejor dicho, más que complicarse, se alargó, o así lo he sentido yo. El caso es que he estado algo más de dos meses buscando trabajo y los frutos se resistían a madurar. Lidiando con decenas de entrevistas y entrevistadores de todos los colores, con la incompetencia de muchos (hasta el punto de llegar una hora tarde a la entrevista o ni siquiera presentarse), la ambigüedad y falta de claridad de la mayoría y el enquilosamiento de bastantes. Con el final de la temporada alta, con el inicio de la temporada baja (aquí es al revés). Con mi condición de extranjero, con temperaturas abrasadoras que nuestra querida Paquita se obstinaba en aumentar cuando se encontraba parada bajo el Sol. Con el paso de los días y la quietud de los acontecimientos, con la duda de si estaba trillando el terreno con la herramienta adecuada. Con la adaptación a un mundo laboral de un país diferente y su manera de hacer. Con la necesidad de reponerse tras haber visto en más de una ocasión la meta y resultar ser un espejismo. Con la sensación de que el teléfono cobraba vida y con su silencio me devolvía mi incesante mirada, pareciendo que su gran ojo cuadrado se convertía en una sonrisa burlona.

También he de decir que he sido algo selectivo y me enfoqué, básicamente, en dos campos antes de decidirme por el "lo que sea": el mundo de los canopies (esos circuitos de altas e interminables tirolinas), y chófer.
En el de chófer, al principio, busqué en el entorno de repartidor local con vehículo ligero, pero me topé con que no había ninguna criba importante y cualquier ciudadano local era un aspirante, con lo cual, ninguna empresa se quiso complicar para tramitarme los papeles. A pesar que sé que a algunas les gusté .
Después me centré más en vehículos pesados, la experiencia en este sector ya podía ser un filtro. Siempre en trayectos cortos, porque las condiciones con las que trabajan aquí en largas distancias, nada tienen que ver con las europeas, y no me motivaba demasiado la idea de acabar volcado en cualquier cuneta. No fue fácil porque las ofertas de este sector no salen publicadas y funciona mucho lo del contacto, en esto sí que es como en España. Aún y así fui tirando del hilo y hasta conseguí hacer varias "pruebas de manejo" (hay que decir, también, que aquí no hay exámenes de conducir, y si los hay, se los saltan fácilmente pagando unos cuantos pesos para tramitarlo, por lo tanto, alguien puede tener el carnet de camión sin saber llevarlo). Otra prueba que tuve que pasar fue la de la paciencia ante la contradicción de si mi permiso de conducir era válido o no para llevar un vehículo pesado en México. Las propias oficinas de tránsito se contradecían, hasta que por fin di con una que ratificó la lógica aplastante que yo intuía: si mi carnet internacional es una simple traducción de mis licencias para conducir y él me permite conducir en México, también incluye, obviamente, la posibilidad de llevar un vehículo pesado articulado. El tío con el que me topé, muy majete, me permitió fotocopiar las hojas del libraco donde ello constaba. Aún con eso, algunas empresas me rechazaban y acabé encarándome con unas pocas.
Pero algunas de las opciones que conseguí, me quedaban extremadamente lejos, tanto que me hubiera sido imposible haber encontrado una combinación de transporte público que me hubiera permitido llegar puntual al trabajo. Y las otras... se perdieron en la inmensidad cósmica de las ondas celulares telefónicas.
Eso sí, todo este trajín de cirriculum, entrevistas y direcciones mal explicadas, me permitió conocer e indagar en el "Vallarta profundo", de hombres y mujeres secos y rudos con pocas perspectivas más que la de sus trabajos y cotidianidades, de calles polvorientas sin asfaltar y casas de ladrillos prefabricados de cemento amontonadas y desordenadas. Una realidad bien diferente de los flamantes hoteles y condominios de maravillosas vistas al mar y prósperas oportunidades personales.

En cuanto a los canopies, la cosa estaba un poco más limitada. Que yo sepa, en toda la zona hay seis, y excepto en uno, en todos piqué a sus puertas y claro, en general tienen las plantillas más o menos estables e incluso las estaban recortando porque la temporada alta se estaba acabando.
Pero aún y así, a mediados de abril, gracias a un contactillo que conocí en la calle, conseguí infiltrarme en uno de ellos, el "Cánopy Los Veranos". Estuve dos días practicando-entrenando para ser cámara y grabar a los turistas su adrenalítica aventura para venderles el dvd al final del tour. Ambos, el trabajo y yo, encajábamos como un guante, pero yo creo que al jefe, aquellos días le debió dar un repentino ataque de amnesia y se le olvidó todo lo que había acontecido, hasta llamarme para decirme que había decidido no contar conmigo. Atando cabos, yo creo que el tío me utilizó para motivar a uno de sus camarógrafos (así les llaman aquí) que se estaba planteando echar y después se arrepintió.
El lugar es un pequeño paraíso, el trabajo combina la acción de estar colgado de los cables con la creatividad de ir grabando, y el ritmo frenético en algunos momentos te exige un buen estado de forma. Y para colmo, hubiera sido una excelente escuela de inglés.
Pero esto es otra historia que ya veremos más adelante.

Al final, decidí sacar la última carta que, creía, tenía escondida bajo la manga: el supuesto buen rollo que tenía Antonia con su jefe de personal para acabar de "lo que sea" en su hotel. Pero esa partida la acabé perdiendo por culpa de ese pequeño paso, se puede llamar hipocresía, que hay entre las buenas intenciones y la voluntad real de llevarlas a cabo. Algo en lo que muchas personas, sobre todo jefes, jefecillos, superiores y superiorcillos en general se obstinan en mostrar cuando en realidad no les es necesario. Os juro que, aparentemente, el interés era recíproco y todavía, más de un mes después, estoy esperando una llamadita suya.

Sin rendirme a la posibilidad de acabar delante de un volante, empecé a sembrar en el nuevo terreno de camarero, preferiblemente de bar nocturno. Es obvio que prefiero servir chelas (cervezas) y cubatas bajo el ritmo de la música, que no pizzas o carnes al carbón, aunque eso me hubiera supuesto un trastoque importante en cuanto al regreso a casa a altas horas de la madrugada cuando los transportes públicos también están durmiendo.

Algo muy positivo del tránsito de aquellos días fue que poco a poco fui conociendo a personas que me abrieron los brazos y que ha ido derivando en citas, charlas y salidas nocturnas. Muchas veces fue de manera inesperada, los días de la prueba en el cánopy con Gerson y Miguel; en un ciber con Enrique, que por cierto, estuvo viviendo cuatro años en St Sadurní d'Anoia, y que gracias a el conocimos a Daniela, Adriana, Cristian... En un bar cualquiera viendo cualquier partido de la Champions con Konrad y Hernán, éste último, argentino que vivió unos años en Barcelona. A Pico Fernando, un cincuentón colgadete que tiene una casa en la playa de Quimixto y muchas más personas con las que nos hemos intercambiado el teléfono.

...Y POR FIN, LA CHAMBA

Quizá, muchos habréis pensado que mi corte de pelo vino motivado por la incorporación a algún trabajo que así lo requería, pero no. Lo hice porque la cosa se estaba poniendo gris y decidí suprimir impedimentos.

Y como dice la canción: "La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida, Ay, Dios!", en el enésimo "Mano a mano" (tipo "Primera mà") que me compré, me sorprendió un anuncio que rezaba así: "Se requiere camarógrafo para cánopy. Experiencia en imagen, deportista, inglés 80%". Lo del inglés, es obvio que no daba la talla, pero me dije a mi mismo que no lo había leído. Inmediatamente comprobé que el teléfono no fuera el mismo que el de Jorge, el responsable de los vídeos en el "Canopy Los Veranos", y tras verificar que no, llamé.

¿Os acordáis del "Canopy El Edén"? Sí, aquel donde tienen al Depredador y en el que al principio estuve a punto de trabajar. Pues resulta que con quien me cité es quien tiene la concesión de los vídeos en "El Edén", que por suerte, no lo lleva directamente el tal señor Crispín, aquel que me dejó tirado. Se llama Jonathan, pero todo el mundo le llama J.J. (pronúnciese "gey-gey", en inglés) y es un chaval de tan sólo 23 años, pero que tiene ya varios años de experiencia en el tema de los vídeos para turistas y demuestra una profesionalidad y responsabilidad bastante aceptable. Hubo buena honda, pero claro, no era el único aspirante. Habían dos puestos para tres finalistas y en los siguientes tres días fuimos cada día uno de nosotros para que J.J. nos viera cómo nos desenvolvíamos en el medio. Qué tal nos movíamos por los cables, cómo interaccionábamos con los turistas, como nos ubicábamos en el lugar... Lo mejor de todo fue que uno de los aspirantes se autodescartó. Por fin parecía que el camino se allanaba, y para colmo en una de las cosas que más me motivaba.

Lo siguiente fueron varios días de entrenamiento y aprendizaje. No es que sea extremadamente complicado, pero sí tienes que adquirir una serie de prácticas. Cuando te tiras por los cables tienes que hacerlo con la solvencia suficiente para poder grabar con libertad de movimientos e incluso, como parte del show, ir boca abajo, dando vueltas, etc. La totalidad del circuito abarca un área considerable y es imprescindible conocer bien la zona, la ubicación de los cables, los caminos y atajos que los enlazan. Así como los ritmos de los tours, marcados por los guías con los que estás trabajando codo a codo, para adaptarte a las posibles situaciones cambiantes que se pueden dar. A todo esto hay que añadirle el aspecto de intentar hacer buenas tomas y depurar errores, ya que la edición posterior tampoco te permite muchos márgenes. ¡Hombre! En realidad estás bastante limitado a la hora de explotar tu creatividad, ya que el ritmo es frenético y se reduce mucho el campo para la improvisación, pero ya es un aliciente el intentar que todos los planos sean lo más impecable posible.

Ya llevo cuatro semanas trabajando y me siento afortunado. No deja de ser curro, con todo lo que ello implica, pera cada mañana el tránsito hacia el lugar ya es un momento muy agradable. Está enclavado en plena jungla y a la vera de un río con pequeñas cascadas y pozas naturales y se accede por una saltona pista forestal de unos 25 minutos y la única manera de llegar es mediante el camión que lleva a los turistas a hacer el tour o en coche particular.



El día a día es el siguiente. Diría que cuando llegas por la mañana el lugar, que es muy bonito, muestra su aspecto más encantador. Aún no a empezado el trajín de gente y turistas y los brillos del sol matinal lo armoniza todo. Pero inmediatamente ya me tengo que poner el arnés, preparar las cámaras y coger ese ritmo frenético que ya, prácticamente, no suelto hasta el final del día, que por suerte es hacia las cinco, a veces antes. Tengo que grabarlo todo, desde la explicación previa de los guías hasta el final del tour, acompañando al grupo por todo el recorrido mientras los voy grabando en las plataformas de salida y llegada de los cables, por los caminos que transitan; grabo también, los recorridos de los cables por los que me tiro, como una visión subjetiva del trayecto, algo del entorno, etc. Además de interactuar con ellos. No olvidemos que de lo que se trata es de venderles el dvd al final y en cierta manera, les tienes que seducir. Son ventas y voy a comisión. Aunque hay que decir que como van viendo cómo les voy grabando, ven que quedará un vídeo bastante espectacular y no es muy difícil que lo quieran. Así, tres veces al día, con el desgaste físico, parece que no, y mental que supone. Pero, la verdad es que, en general, disfruto tirándome por los cables y grabando, y si tengo suerte y hay buena conexión con el grupo me lo llego a pasar muy bien. Siempre que haya vendido, claro.
Depende mucho, también de la cantidad de gente por grupo. Si son entre cinco y quince personas, se convierte en algo mucho más personalizado, si son menos de cinco, diría que hasta íntimo. Pero cuando los grupos son de treinta, cuarenta o más, entonces ya es mucho más mecánico y en vez de personas, veo churros. Es inevitable. Además, cuanta más gente, más guías, y el ritmo es altísimo y no te da tiempo a grabar a todos, tienes que seleccionar y elegir entre ellos a un grupo de unas veinte personas, que es el número que más o menos puedes gestionar. Con el estrés que conlleva intuir que has elegido bien y que no se te desordenen para no perder el ritmo y poder centrarte siempre en los mismos.

Cosas negativas. Lo que se me dificulta todo con mi inglés tan limitado. Tendríais que verme intentando vender vídeos y ser simpático con mi inglés macarrónico. Aunque tengo la esperanza que poco a poco vaya mejorando mi expresión y sobre todo mi escucha, que es lo que más me cuesta, entenderles. Cuando vienen castellano-parlantes, ¡uf! Respiro. Pero bueno, de momento J.J. no me presiona y dice que no lo hará, siempre y cuando saque unos números aceptables. Por el momento lo estoy haciendo.
Y la otra y la más delicada. Dicen que tres es multitud, ¿no?
Pues eso, que a veces es complicado trabajar codo a codo con un grupo humano de diferentes colores. No es que sean muchos, en total unos doce, pero ya sabemos que es un número subceptible para que se generen conflictos. Y subjetivamente hablando, hay momentos en que el choque cultural se hace muy evidente. Sobre todo estos últimos días que el aspecto emocional por mi parte está más que revuelto.

Al menos los que formamos nuestra empresilla (que por cierto, se llama Sixty Nine Productions, buen nombre) y que es independiente de "El Edén" tenemos buena honda. Claro, somos una multitud de tres personas, Jack y yo como camarógrafos y J.J. el jefe. Suerte que J.J. es un tío elegante, que sabe escuchar, está abierto a opiniones y muchas veces, nos pide la nuestra. Además de mostrar bastante predisposición a ayudar. Y otra cosa, tiene rastas... ¡y yo habiéndome cortado el pelo dos semanas antes!

No me digáis que mi uniforme no es más chingón que el de Antonia

Bueno, pues creo que no me dejo nada. Ya tenéis la información de lo que hago y siento mucho el retraso y la intriga. Pero es que estas últimas semanas hemos necesitado y necesitaremos invertir nuestra energía en encrucijadas emocionales.
También intentaremos seguir persiguiendo la "ola verde", aunque ahora sea algo más difícil, ya que no vivimos de cara al mar.