31.10.07

ASCENSIÓN AL HALF DOME


Half Dome 2.694 mts
1.460 mts de desnivel, cinco horas hasta la cima.

Al principio el camino va ganando altura y desnivel rápidamente superando dos principales gradas que son las dos cascadas importantes. El camino está muy bien marcado e incluso pavimentado en algunos tramos, y va trazando unas zetas muy buenas, tipo camino gavacho. Discurre entre bosques sombríos con pozas y estanques de aguas cristalinas.
Después se llega a la cuenca alta del río Merced que es una especie de altiplanicie elevada del valle. En ese punto estás situado al sur del Half Dome, pero el camino se empeña en dar un rodeo innecesario y agotador hasta llegar a su parte este que es el punto débil. Eso sí con unos bosques de pino californiano y sequoias impresionantes y enormes. Como es una vertiente más soleada, la madera de los troncos es rojiza, dando un contraste precioso con el verde de las copas.
Este camino te deja al pie de la pirámide somital, frente al gran monolito rocoso del Half Dome. Tras una empinada subida en la roca, llegamos al hombro desde el cual sólo se puede subir los últimos ciento cincuenta metros hasta la cima mediante unos cables instalados para ello. Sin los cables sería factible para un escalador que no le diera impresión el patio. Se trata de unas losas bastantes inclinadas en las que la mayoría de tramos existen fisuras para progresar. En algunos momentos no hay fisuras pero por la gran adherencia de la roca se puede seguir. Xavi calcula que sería entre segundo y tercer grado expuesto.
Llegamos con las luces premonitorias del atardecer y cuando ya empezaba a cubrir la cima la niebla decidimos bajar con un poco de ligereza para que no nos sorprendiera la noche, ya que veíamos que la bajada sería larga.
Hicimos una parada técnica para comer y yo decidí adelantarme porque me estaba quedando fría. Fui tirando pero poco a poco me fui dando cuenta de que estaba muy sola, no oía voces, Xavi no me alcanzaba y lo más definitivo; cada vez el camino era más desolado y poco conocido. ¡Me había perdido! Bueno, estaba en un camino transitado pero no era el que había cogido para subir. Un solitario caminante me había confundido y había seguido su ruta. Decidí volver, porque pensaba que si Xavi no me alcanzaba, se iba a preocupar, además de que quedarme allá en ese bosque a menos de tres horas de la total oscuridad no me apetecía mucho. Volví para atrás, cagándome en todo. Ya sabéis lo que fastidia volver sobre tus pasos cuando estás ya petadeta. Volví hasta que me encontré una pareja que lejos de ayudarme me lió más, pero al final encontré la unión del camino normal y el atajo que cogí. Fui corriendo pero esta pareja eran extraños y me daban conversación queriéndome entretener. No daba crédito de su inconsciencia, estábamos a cinco horas del valle y ellos estaban paseando sin importarles la poca luz que quedaba. En la menor ocasión me escapé y empecé a correr montaña abajo, como nunca he corrido por la montaña, del tirón, ¡A cara perro! Sólo pensaba en Xavi y la desesperación que tendría al no alcanzarme nunca porque ¡Yo estaba detrás! Al mismo tiempo imaginaba que no podía aflojar porque el estaría también a cara perro intentándome alcanzar.
Las luces se iban apagando y el crepúsculo se convertía cada vez más en noche, hasta que lo ví y él me vio. Cuando nos encontramos Xavi ya había cobrado conciencia de que algo iba mal y estaba subiendo hacia arriba para encontrarme. ¡Ufff! Sacamos nuestros frontales y fuimos cogiendo el camino para abajo. Pero ahí no acabó la aventura. Pese a que el atardecer entre los troncos de los árboles era una delicia, no disfrutamos de la bajada ya que cada uno pensaba en el otro y dónde estaría.
Camino abajo nos encontramos a un japo "coronel tapioca" que estaba más perdido que una gallina en un garaje y por pena lo esperamos. Lo agradeció, así que bajábamos juntos lo más rápidamente que podíamos. Poco después vimos a tres personas más, japos también, a las que se les gastó las pilas del único frontal que tenían. Xavi al frente y yo al final de esta comitiva de rescate hacia el valle.
No acaba ahí, más adelante, nos encontramos a una pareja, él yankee y ella... japo también (perdonad mi rudeza antropológica, no eran japos, eran asiáticos yankees, asian american como se les llama aquí). Iban de verano total, con pantalones cortos, una sudadera y una botellita de agua mineral vacía. Sin frontales, sin forro, sin nada, ahí desamparados sin tener ni puta idea de nada. Dos más para la caravana de rescate.
Fueron momentos desesperantes, de no comprender nada, de ir tan lentos que nos estaba machacando a Xavi y a mí, con una sed inmensa. Dos frontales para ocho personas es algo escaso en la total oscuridad. Se hizo interminable. Era noche cerrada y la temperatura estaba bajando por momentos. No era un buen plan quedarse allá toda la noche, hubieran pasado la noche del loro. ¡Además con los osos!
Al acabar sólo pensábamos en una ducha gloriosa que iba a quitarnos el cansancio y la mugre de todo el día y de toda la semana anterior, para qué negarlo. Después de la ducha y una sopita instant reparadora estábamos sin habla pero aún pudimos comentar la jugada con un ranger que nos decía que eso era el trabajo que hacían cada noche, era lo habitual. De hecho ese día era sábado y estaba a reventar. Yo creo que lo hacen todo tan fácil, tan accesible en este valle que la gente se deja llevar por la inconsciencia y piensa que es un paseíto por el prado en vez de caminatas largas y con necesidad de dosificación. Son muy paternales, y no sé quién empieza si el padre por serlo o los hijos por no ser capaces de tener criterio. Lo hicimos ese día porque el lunes quitaban los cables de la cima del Half Dome y francamente yo no hubiera subido sin ellos. Después nos enteramos de que la información era errónea, no los quitaron ese día. Un vasco que conocimos hizo cumbre el lunes y nos contó que estuvo prácticamente solo. ¡Me cago en la puta!
De todas formas nos complace pensar que gracias a que lo hicimos ese día ayudamos a seis personas desamparadas a no tener la noche de su vida. Pese a la masificación y a la ilógica de la segunda parte de la ruta es una ascensión increíblemente bonita y que te da unas vistas únicas de los picos nevados de las tierras altas del valle.


FOTOS EN LOS VÍNCULOS DE LA IZQUIERDA.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

el dios de los japos (perdón, asian noséqué) os lo recompensará. animalicos... me reiría de ellos si no fuera porque yo me he sentido unas cuantas veces igual de despistado. qué linda comitiva! seguro que los osos se partían el rabo mientras os veían bajar haciendo el trenecito.

ósc

francesc dijo...

muy buena crónica :) yo voy a ir la semana que viene, a ver si no se nos hace de noche!!

Saludos!