16.12.07

MÉXICO LINDOOOOOO!

El 14 de diciembre a las 9 y pico de la noche cruzamos la frontera con México. Sin contratiempos, sin incidencias, con un pasotismo total hacia nosotros y la Paca y con una amabilidad y simpatía de los funcionarios que nos sorprendió.
Hoy, 16 de diciembre, estamos en San Luís Potosí, a 400 kms de D. F. y de nuestros querídisimos Ceci y Rodri que nos esperan allá.
Todo ha ido muy bien, el cruce de frontera, la porrada de kms por el México profundo y sus carreteras de dudosa seguridad y conducciones temerarias y, salvo un descomunal jet lag cultural, estamos muy bien.
Seguiremos informando Castaneros...

7.12.07

INDIAN COUNTRY



No sé cómo empezar esta entrada, sólo me gustaría reflexionar en voz alta sobre lo que ha significado para mí un paisaje que engloba muchos y que llamaré Indian Country.
Es una agrupación arbitraria y personal que engloba paisajes y gentes muy diferentes pero que todo ello evoca un imaginario que construí a base de lecturas, películas, conversaciones, conferencias durante mucho tiempo.
No quiero dar conclusiones, porque ni siquiera tengo un borrador de ellas. No ha sido más que una tímida y superficial entrada a una realidad de la que no tengo ningún conocimiento "real", de la tierra, y como consecuencia la contradicción está latente.
Escribo ahora aunque hace tiempo que estamos dentro de este paisaje pero fue hace dos días que cerramos una etapa provisional que me ayudó a digerir la información.
Es muy difícil hacerse una opinión sólida y fundamentada de este país, es tan complejo, co-existen tantas culturas... Palpitando siempre la crudeza de la historia más reciente, sin obviar todo el inicio desde el descubrimiento europeo de este continente.

PRIMER ENCUENTRO
Nuestro primer encuentro fue con un guía navajo que nos acompañó a Antelope Canyon, ésa era la única forma de entrar, con un guía. Teníamos ilusión porque había margen para estar con tiempo, ver relajadamente el interior de este cañón y sólo éramos nosotros dos.
Pero fue frustrante. El guía era un chico de veintipocos años que no sabía absolutamente nada del cañón, ni de su tierra. Había nacido a dos horas del Gran Cañón del Colorado y ni siquiera lo había visitado. El mismo cañón que guiaba, lo hacía con poco conocimiento e iba tirando tópicos, a la vez que preguntaba todo tipo de cosas sobre nuestro país y nuestras vidas como una metralleta. Después supimos que era mormón y nos dejó chafados.

LA HISTORIA
Mientras, íbamos leyendo la historia del pueblo navajo en un libro que encontramos tirado cerca de una biblioteca y nos íbamos informando más detalladamente, junto a las cosas que ibas leyendo mientras viajabas de parque en parque natural.
Con toda esa información y lo que en mis primeros años de historia pude estudiar nos íbamos construyendo e imaginando la dura vida de este pueblo, que se intentó exterminar de todas las formas posibles y que al no conseguirlo, se les intentó "reprogramar" en una cárcel, que con el tiempo se extendió en el territorio y se le llamó reserva. Todo acompañado de barbarie gubernamental, ruptura de acuerdos y batallas legales que se pueden datar hasta 1995.
Muy duro y muy reciente.
Mientras, viajábamos y veíamos el territorio yermo y agreste de esta nación, los hogans (sus casas circulares con un agujero en el techo) por doquier y esas miradas serias y cortantes.

TERRITORIO INDIO SIN MAPA
Al salir del Gran Cañón del Colorado, Xavi insistió mucho en querer ver el lado este de él. Esa zona se llama Marble Canyon y ya desde el borde norte del Gran Cañón la pudimos divisar desde la distancia y nos prometía paredes cortantes hasta el mismo río. Pero no había ningún mapa que señalizara ninguna carretera, preguntabas a la gente en mostradores de información al turista y te respondían con evasivas: que no eran carreteras para circular, iban a las casas de los indios, etc... Nos daba impresión pero charlando con un navajo que trabajaba en una gasolinera nos tranquilizó y nos animó, no pasaba nada por entrar, pero era un laberinto de pistas de tierra y un poco perdedoras.
Lo intentamos. Estuvimos casi cinco horas circulando a poquísima velocidad por una pista kilométrica que parecía acercarse al borde del cañón pero nunca lo hacía, con pequeñas pistas que se desviaban pero que no eran transitables para la Paca. De vez en cuando te encontrabas con algún coche. Preguntamos a un indio y no sabía ni cómo se enumeraba la pista donde estábamos. Nos decía que no había números, ni nombres, sin entender muy bien qué hacíamos allá en pleno territorio indio, sin ninguna atracción turística.
Después de bastantes horas, con la Paca a punto de reventar en cada bache, con la Huayna cabreada de tanto vaivén y nosotros con los nervios de punta de ver el cañón alejarse cada vez que hacíamos más millas, decidimos con tensión volver atrás y dar por terminada la aventura.

EL COYOTE
La noche antes yendo por la carretera de salida del Gran Cañón del Colorado vimos un coyote en medio del carril que Xavi tuvo que esquivar. Lo fuerte es que Xavi vio que estaba vivo, que se giró y lo miró. Mientras avanzábamos decidíamos qué hacer. Dimos la vuelta.
Estaba vivo y los coches pasaban a pocos centímetros de él. Le habían atropellado y no podía irse de la carretera.
No sabíamos qué hacer, el coyote es un animal salvaje y te puede morder, pero a la vez era tan duro verle como esperando el segundo atropello de gracia... Estábamos dubitativos cuando paró un coche y nos animó a dejarlo, que era salvaje, que llamáramos a quien llamáramos no iban a venir a buscar a un coyote. Atropellan muchos cada día. Se alejó y llamamos al número de urgencias. Para movilizar dije que estaba en medio de la carretera aún vivo y que podría ser un peligro causando un accidente.
Estábamos conmocionados, sabiendo que sólo era un animal salvaje que a nadie importaba, que era una vida que se estaba yendo pero no podíamos verla así. Veíamos a un ser vivo que estaba muriendo y necesitaba un lugar de reposo para hacerlo en paz.

Otro coche para en medio de la carretera, casi causando un accidente, instándonos a matarlo ya que está sufriendo, que es mejor que lo matemos con una piedra en la cabeza o atropellándolo nosotros mismos. A mi vez, los animé a que se fueran y nos dejaran tranquilos.
Nos daba miedo que el coyote se revolviera al intentar cogerlo para apartarlo de la carretera y le hablábamos. Con su mirada tierna y casi humana nos convenció de que no iba a hacernos nada. Xavi lo cogió y lo apartó.
Estaba tan tranquilo entonces, parecía un perrito abandonado y falto de cariño.
Mientras intentábamos despedirnos de él y que tuviera un poco de amor antes de partir, para otro coche, con una familia navajo dentro. El padre de familia empieza a hacer comentarios jocosos referentes a cómo matarlo, cuando ya hasta las narices, le digo" ¿te parece gracioso que esté muriendo? pues para mí no lo es. ¡Es un coyote!"
Se le torció la sonrisa y arrancó a toda velocidad.

Nos despedimos de él y le dejamos ya cada vez menos agitado y más en quietud.
A la mañana siguiente al pasar de nuevo por allá, vimos que no estaba. Un brillo de esperanza nos iluminó, quizá se levantó y se fue a los cerros, o quizá lo vinieron a buscar.
Al parar vimos que lo habían metido más entre los matojos para no molestar a la vista.
Tenía una aire apacible, como si estuviera durmiendo.
Dos imágenes al marchar, su pelo suave a la luz del sol y una cruz con flores y ofrendas muy cerca de él, de otro ser vivo que murió aquí mismo.

MONUMENT VALLEY
Otro paisaje, Monument Valley.
La tierra lo inundaba todo, indescriptible, omnipresente.
Pese al viento enloquecedor, el tiempo cambiante, el frío inmenso que crecía cada día y que nos helaba las ventanas y hasta impidió que un día vaciaramos el depósito de las aguas residuales del tapón de hielo que se formó, estuvimos cinco días disfrutando de esa maravilla.
Al principio los que organizaban tours en el parking se burlaron de nosotros, como si fuéramos borregos en busca de hierba qué comer. Pero al pasar de ellos y ver que cada día nos adentrábamos en la difícil pista para la Paca de 17 millas para estar una y otra vez rodeados de esos picachos rojizos, estar cuatro días en el "Primitive Camping", en realidad un trozo de tierra polvoriento azotado por el cruel viento que tenía dos bancos y poco más, nos dejaban en paz sin entender nada y saludándonos con un seco gesto de índice y dedo corazón al estilo más western.

No hablamos con nadie, pero el lugar tenía restricciones muy grandes, no te permitían ni andar por algunas pistas, salvo si lo hacías con guías y tours organizados.
A la vez, veíamos las casas que estaban desperdigadas por ese impresionante y duro territorio. !!!Allí vive gente!!! Disfrutando de atardeceres fríos sí, pero únicos mientras veíamos a un autobús de japoneses como azotados por un látigo de estrés que bajaban y subían del mismo, o coches que estaban dos minutos en un mirador y se iban.
No se puede decir más, si no, mirad las fotos.

LA BANDERA USA
Durante los kms y kms de carretera veíamos por doquier en cada puesto indio, en cada establecimiento, la bandera de USA ondeando al viento y no entendíamos nada...

LOS PUEBLO
El siguiente flash sería Los parques Natural Bridges, Wutpaki, Sunset Crater y Mesa Verde, estratégicamente delineados fuera del territorio de las diferentes reservas y pertenecientes a Estados Unidos.
Estos parques contienen una historia reciente durísima de expolio de tierras a los indios para proteger la zona y crear parques estadounidenses, se nos quedó grabado en el alma Natural Bridges y sobre todo Mesa Verde. Lugares donde los restos arqueológicos evocan los ancestros de tribus indias actuales del Sudoeste.
Pueblos que vivieron de principios de nuestra era hasta 1300 y que luego abandonaron sus asentamientos para desperdigarse por todo el Sudoeste y que se llaman así Pueblo, término adoptado modernamente y de común acuerdo entre sus herederos ( Hopi, Zuni, etc...) y la dirección de los parques, ya que el antiguo, Anasazi, no lo veían adecuado (la traducción sería enemigo de los navajo).
Viviendo en casas que excavaban en el suelo para sentir ese arraigo con la madre tierra, y que en siglos posteriores construían en baumas impresionantes con fango, piedra y poco más, creando incluso pueblos que se asomaban a cañónes de vértigo.
Charlando con un ranger que nos hizo una visita a uno de estos asentamientos, nos emocionó su visión de las cosas y nos dio una explicación coherente de cómo veía él el mundo indio y cómo se tenía que asumir. Era un tipo con mucho conocimiento y mucho respeto. Nos gustó lo que explicó de Mesa Verde. Estos restos, seguían siendo visitados por los herederos de esa cultura pero no permitían que nadie entrara o viera esas ceremonias, así que sólo permitían ver los restos desde una barrera, sobre todo las kivas, que eran lugares ceremoniales y no podían ser visitadas por cualquiera. Como generosidad, se reconstruyó una que metódicamente van limpiando y purificando para que los visitantes entren y se sientan bendecidos dentro.
No nos aclaró todas la dudas, pero sí nos dio pistas para no hacer juicios a la ligera y no preguntar, tienen sus razones y no tienen por qué compartirlas contigo. Hay cosas que para ellos son muy privadas y no pueden compartir como si fuera un bien de consumo cultural o comercial.
Nos despedimos de Craig y le dimos las gracias.
No tengo conclusiones, tampoco Xavi, seguimos siendo unos visitantes y unos observadores que aún les falta mucho indian country que visitar y vivir.

A VUESTRA IZQUIERDA LAS FOTOS DE TODO

HUAYNASWAY


Han habido muchas peticiones y preguntas sobre cómo está Huayna, si ya se ha adaptado a este ritmo de vida nada rutinario, si el estrés la está volviendo loca, etc...
Para todos vosotros ahí va un enlace dedicado a ella.
Disfrutad con las fotos, nosotros parecemos unos padres primerizos a los que se les cae la baba mirando fotos de su bebé. No sé chicos, yo cada vez la veo más hermosa, cada vez más libre, cada vez más en paz. En serio, no estoy flipando, cada vez muerde menos sin razón (sigue mordiendo, porque a veces la chinchamos) y tiene menos manías obsesivas. Parecía que iba a sufrir porque su espacio vital se iba reduciendo a cada cambio de casa pero ahora sabe que tiene el mundo y cada vez que nos descuidamos sale disparada por la puerta a explorarlo.
A vuestra izquierda, Huaynasway.

30.11.07

Antelope Canyon y Sedona

Aunque estuvimos en Antelope Canyon y Sedona antes que en el Gran Cañón, hemos creado ahora el vínculo de las fotos en la columna de la izquierda.

GRAN CAÑÓN DEL COLORADO II


Llegamos con la calma. Algo nos decía que íbamos a necesitar tiempo para estar en el lugar. Éramos conscientes de ello y no nos importaba.
Apenas un tímido saludo desde lo alto y nos sumergimos en su interior, con el permiso pertinente, claro. Nos encontramos con Patrick, un ranger muy majo que conocimos en la parte norte y que proseguía con su trabajo en la parte sur después de que todos los servicios del norte se cerraran a la espera de las nevadas que aún no han llegado, lástima. El nos aconsejó la ruta: bajar por el South Kaibab Trail, dormir en Phantom Ranch, en el fondo del Cañón a la orilla del Río Colorado y subir por el Brigth Angel Trail, haciendo escala, o sea, noche, en Indian Garden, otra zona de acampada situada en una terraza a media altura formada por una gran grada o estrato que cruza longitudinalmente gran parte del Cañón y que se llama curiosamente Tonto Platform. Así pues, tuvimos que preparar unas mochilas para cuatro días y tres noches y organizar bien la comida. El peso era considerable y el Río está a 1500 mts de profundidad. No era un paseo.
La experiencia resultó ser muy especial. Conforme bajábamos nos íbamos adentrando más y más en sus entrañas rojas, por no decir coloradas, eso sería muy obvio, y en un dominio de salvaje expresionismo. Descendíamos atravesando sus grandes estratos de diferentes tipos de roca y descubriendo contínuamente formas y perspectivas diferentes. Con los Buttes y Temples, esos picachos aislados por la erosión, como centinelas constantes y grandes dominadores de la luz que van adquiriendo tonos deslumbrantes conforme el sol se aleja de su cénit.
El Río Colorado es austero y rugiente y pocas veces sus aguas son mansas. Él está acostumbrado a abrirse paso entre esas paredes, que en el fondo del Cañón , tienen tonos verdosos. No pude reprimir el deseo de darme un baño pese a la temperatura del agua, por ahí decían que entre 7 y 8 grados. Por aquello de redimir mis pecados e impregnarme de la esencia del lugar. Qué le vamos a hacer.
Al final resultó que Indian Garden era mucho más bonito que Phantom Ranch y, Plateau Point, un acantilado suspendido a media altura y a media hora andando de Indian Garden, nos regaló un atardecer y un amanecer inolvidables.
De vuelta a arriba teníamos la sensación de que había sido un viaje dentro del propio viaje y tras una ducha reponedora nos dimos el regalo a cuatro días de racionamiento alimenticio: cenita en Brigth Angel Lodge, el primer establecimiento que se abrió en el Gran Cañón cargado de historia y encanto.
Después siguió la calma. Días de placidez en el acogedor pinar del camping dejándonos bañar por un sol que aún calentaba tímidamente y kilómetros y kilómetros paseando por el borde descubriendo para mí, redescubriendo para Antonia, toda su grandeza. Noches en las que buscábamos fórmulas para no pagar el camping o dormir en zonas en que los rangers no nos dieran por culo.
A ellos parece que les da reparo dar información detallada de la zona. No sé si por no legar su sabiduría, por tener a la gente controlada o porque pedirles salir de las rutas habituales es romperles los esquemas. Todo hay que decirlo, no en todas las zonas del Cañón hay agua, al menos en esta época, y eso dificulta el aventurarse a pasar noches de "wilderness", como ellos lo llaman. El caso es que una mañana, tras salir de la gran tienda del complejo turístico, apareció en mi bolsillo un mapa topográfico del National Geographic. ¡Fíjate! Y yo no quería irme de allí sin volver a indagar de nuevo en sus profundidades. Antonia prefirió quedarse esta vez en el calor de la Paca haciendo sus cosas y yo me encontré totalmente solo en un camino que no era ruta habitual. Esta vez no llegué hasta el Río, pero la escapada me permitió estar en medio de un paisaje semidesértico de dura vegetación y rocas rojas erosionadas por el viento. Siempre rodeado de sus impresionantes paredes. Un lugar de solitaria belleza ancestral. Horseshoe se llama.
El Gran Cañón te tiende una trampa para que no te liberes con facilidad de su armonía y parece que juguetea contigo. Repites una y otra vez la misma foto pensando que esa imagen aún no la has captado. Lo miras decenas de veces desde el mismo lugar dudando de si ya lo habías visto así con anterioridad. Sigues observándolo desde decenas de lugares distintos y llegas a la conclusión de que es inabarcable. Te paras, te sientas, lo contemplas sin prisa, la mirada siempre hacia su gran abismo, a veces fija, otras perdida. Los pensamientos divagan a su antojo y hay momentos en que quizá te olvidas de dónde estás. Pero es igual, él te va calando poco a poco y su paisaje se te va metiendo dentro. Por fortuna para la vista no solo es de color rojo, hay también amarillos, verdes, morados... pero sí para desgracia de mi cámara insaciable.
Pero al final el invierno decidió establecerse definitivamente con mínimas de -6 y máximas de 5, no en vano está a más de 2200 mts de altitud y ya era momento de irse. Aún así, aguantamos estoicamente un par de atardeceres más, no sé cuántos en total. Y cuando por fin nos estábamos yendo teníamos la sensación de que todavía quedaba algo por decir. Como cuando te despides de una persona querida y giras la cabeza esperando a que ella haga lo mismo y compartir el último saludo ya en la lejanía.
Seguramente era la certeza de que algo tan grande y bello requiere más de trece días para conocerlo. O quizá era no cumplir mi difícil sueño de ver ese paisaje cubierto por la nieve. ¡Uf, increíble!
...Y colorín, COLORADO, este cuento se ha acabado.

XAVI

HEMOS CREADO DOS VÍNCULOS CON TODAS LAS FOTOS DEL GRAN CAÑÓN EN LA COLUMNA DE LA IZQUIERDA

23.11.07

GRAND CANYON

GRAN CAÑÓN DEL COLORADO



¿Me reconoces? ¿Te viene a la memoria algún recuerdo? A mí sí. Me conozco cada rincón de este pedacito de tierra. Es curioso que tu nombre sea la torre de Seth. Desde que me la nombró Dio, me van salpicando anécdotas sobre ese nombre y finalmente me tendré que hacerme con esos textos.
Siempre te veo desde cualquier punto del cañón, siempre estás ahí, visible. Aunque no ha sido hasta hoy que he sentido esa sensacion tan especial de estar en tu lugar de poder. Aquí donde hace tantos años lo sentí y la paz me inundó. Eso lo cambió todo.
Hoy es diferente porque no estoy sola y no soy la misma que se acercó en el pasado. Tengo certezas que son firmes y la paz que las acompaña. Pero a la vez está esa incerteza de la vida que planea sobre mí constantemente y me hace liviana.
Es personal, pero a mí este paisaje me hace viajar millones de km. hacia dentro (Gracias Marce por Selwa) aunque a algunos les haga gritar y saltar como niños. Yo creo que es la misma energía, tanta belleza y tanta inmensidad... Es impredecible tu reacción. Xavi y yo nos quedamos mudos ante ella y a pesar de las gélidas temperaturas nos quedamos ahí hasta las últimas luces, con el cuerpo dormido por el frío, pero el alma vibrante de tanta belleza.
Llevamos 10 días en el Gran Cañón, no sé si mañana nos iremos porque cuesta irse, en cierta forma te atrapa y le cuesta soltarte. O somos nosotros que nos aferramos a él para guardar un pedacito de belleza para cuando la fealdad nos rodee y no sentirnos atrapados.

Una noche hermosa y una mañana plácida




Estábamos cenando en la Paquita cuando se acercó un tío pidiéndonos un sacacorchos, se llamaba Javi y era de Uceda, cerca de Madrid. Nos invitó a hacer unos vinitos. ¿Quién se podía resistir?
Estaba haciendo una aventura parecida a la nuestra, viajar en moto desde Alaska hasta Patagonia pero por etapas. Con él estaba Ana, una cordobesa que había ido a Londres a estudiar inglés en plena aventura vital cuando lo conoció.
Ahora viajaban juntos un pedacito de América hasta llegar a México.
Con ellos vivimos una noche hermosa, repleta de risas, de calidez y de filosofía vital. Junto al fuego, con las sombras de la lamparita en los rostros, compartiendo vino y cubatas. Nos resistíamos a que acabara la noche, pese al frío que nos había devorado los pies y nos mordía las piernas. Riendo y hablando a voces en medio de la oscuridad y silencio del camping, que a nadie parecía molestar, ni al ranger impasible que hacía su ronda nocturna.
A la mañana siguiente, tocaba un desayuno en la Paquita, con la calefacción para hacer reaccionar el cuerpo y esperar a que el sol calentara la mesa donde haríamos el último café de despedida. Ellos se iban a Nuevo México y nosotros nos quedábamos en Grand Canyon.
Queda la promesa de vernos en fin de año en México. Allá estaremos, ojalá que nos podamos encontrar.
Fue un rato de conversación cómplice que echábamos mucho de menos.
Gracias Ana, gracias Javi.

11.11.07

Mi cumple







Acabábamos de visitar Antelope Canyon y al salir pensaba como Xavi que celebraría mi cumple en el sitio de mis sueños, el Gran Cañón. Y todo apuntaba así, pero la Paquita tuvo un pequeño achaque, nada serio, pero lo suficientemente importante como para que tuvieramos que desviarnos a una ciudad grande y hacer la factura más pequeña. Así que en ese rodeo aprovechamos para ir a Sedona, la ciudad de los iluminados, ya que hay cuatro vórtices de energía en los que se puede tener muchas experiencias interdimensionales. Pensé que quizás no sería tan mal lugar para celebrarlo, ya me imaginaba en medio de la nada, en una carretera polvorienta en la que no pasaba nadie.
La cosa ha sido que realmente el lugar es espectacular, rodeado de formaciones rocosas rojas que destacan en la vegetación de matorral y árboles pequeños, todo enebros, pinos y romero. ¿Energía? Por todas partes, tanta, que a veces era un poco mareante los vaivenes que sentías. ¿Iluminados? por todas partes, bien organizados y haciendo negocio.
Estuvimos tres días, no pudimos más. Estaba todo orientado al consumo y se hacía muy difícil vivir sin tener que pagar por aparcar, por estar al lado del río o por transitar a tus anchas en las formaciones rocosas. Era un parque estatal y todo tenía precio, así que las acrobacias para no hacerlo eran costosísimas y agotadoras.
La primera mitad del día lo pasamos cerca de uno de los vórtices y la otra mitad, escapando de la ciudad, buscando un trocito de río público. Salimos del valle y encontramos un pinar fantástico que nos acogió.
Pero en este cumple, lo especial no fue el lugar, sino la compañía. Realmente no estuve en Sedona, estuve en el Palacio de la Luna, un lugar en el que sólo puedo estar con Xavi y que fue como vivir en una eterna burbuja de felicidad. Me preparó un día maravilloso, un estupendo desayuno de tortillas con nocilla, unas quesadillas con jalapechos y mole para comer y reponer fuerzas después de la caminata por Sedona y una cena de las suyas después de un espléndido masaje. ¿Se puede pedir más? Además también me regaló unos pendientes que no sé cómo pudo escaparse para compralos.
No quería ser moña, pero es que fue un regalazo total, además de que ese mismo día me pude conectar a internet y los emails de mucha gente me llenaron el corazón de alegría. Gracias a todos, los que me escribisteis, los que se acordaron y no pudieron hacerlo y los que no se acordaron ese día, pero lo hacen en otros muchos momentos.
Os quiero.
Ah! un detallito de nada, cumplo 36 añazos!!! Ya estoy roscúa! Pero con dignidad....

9.11.07

Death Valley



Aunque han sido días contados no queríamos pasar por alto nuestra estancia en Death Valley. Han sido un bálsamo en muchos sentidos y la verdad es que nos apetecía ese calorcito y el cambio de ropa para abandonar los forros, guantes y gorros obligados en el valle de Yosemite. Para Xavi era un placer volver a tomar cafés con hielo y después de hacer el ganso por las dunas quitarse la arena del cuerpo bajo un aspersor del complejo turístico del parque, cerca de Furnace Creek.
Los paisajes eran cálidos y evocadores, el gran salar de Badwater basin, el punto más bajo del nivel del mar en Norteamérica 282 pies, 86 mts , las formas sinuosas y coloreadas de muchos cañones, el mar de dunas.... La sal es omnipresente ya sea cuando la tocas cristalizada entre las grietas de los cañones, cuando caminas sobre ella en los diferentes salares, notando su textura diferente bajo tus pies, suave y húmeda como nieve o dura y afilada como roca, y en el aire. Te la encuentras en el pelo, en los labios... Era como una completa purificación permanecer en esa burbuja de sal donde salíamos renacidos. Os hemos preparado un vínculo con fotos si os apetece perderos en su desierto. Hace nueve años lo crucé y no pude quedarme en sus recodos y ha sido un placer para el alma.
Después de la tranquilidad de ese paisaje y sus solitarios rincones nos fuimos a la gran locura yankee. ¡ Las Vegas! y estuvimos dos noches. ¡No pudimos más! Nos dio para ir al cine y dar una vuelta por esa locura energética y humana que es la ciudad, incluso para perdernos un poco en ella.
Pero la verdad, las ciudades nos cansan, y ésta te intoxica y acabas harta de luces, de excesos y de paisajes de cartón piedra. Para mí al menos fue así, ya era la tercera vez que pasaba por ella. Para Xavi fue la primera vez y claro, todo lo ves diferente, te hace mucha gracia la grandiosidad y apariencia de todas las cosas que, realmente dicen mucho de un país. Aún así si no te preocupa el bolsillo y te olvidas de aspectos morales te lo puedes pasar muy bien.

Después de eso, otra vez cogiendo la bufanda, los gorros, los forros y todo lo que haga falta, porque íbamos directos a la ribera norte del Grand Canyon, a 2600 metros de altura! Ha sido el paraíso para nosotros, porque esta parte del parque estaba cerrada por temporada y la carretera estaba pendiente de cerrarse en cuanto cayera la primera nevada, es decir, por estas fechas. Así que íbamos con el pito en el culo porque nos apetecía mucho, es una parte del Canyon que yo nunca he visitado y Xavi se apunta a un bombardeo. ¿Qué quería decir todo eso? Pues que no había ni dios! Todos los servicios cerrados, el camping desierto, gratis, a tres pasos del precipicio, con un grifito glorioso que nos ha supuesto nuestro ahorro de agua del depósito y nos ha cuidado nuestra higiene y una fosa séptica de lujo. ¡Todo para nosotros solos! Ya sé que parecemos un par de viejos huraños, pero es que a veces es difícil aparcar a tus anchas y vivir los lugares en los parques naturales y como éste estaba cerrado no había nadie para decirte esto o aquello.
Indescriptible las tres noches pasadas allá, los atardeceres, los amaneceres, el fuego en la noche, la tranquilidad, los pavos silvestres, ciervos, ardillas y mil pájaros saludándote a cada momento. ¡El paraíso!
Ahora vamos hacia su ribera sur. Teníamos pensado ir hacia Utah pero después de muchas dudas estresantes y de afinar prioridades del alma, decidimos seguir una ruta diferente y continuar en el Grand Canyon, esta vez la ribera sur que tanto adoro. Este paisaje es enorme y te atrapa, no puedes desprenderte tan fácilmente de estas imágenes.

Entrando en Las Vegas con el Rey (¿Había otra forma posible?)

EN LAS VEGAS







North Rim of Grand Canyon (ribera norte)





Into the wild

Querría hablaros de una película que hemos visto. Into the wild. Dirigida y adaptada por Sean Penn, basada en el libro del mismo título del periodista Jon Krakauer(el mismo que escribió Thin Air, creo que se traducía como Mal de Altura, aquella tragedia en el 1996 en el Everest que murió mucha gente de expediciones comerciales atrapados en una tormenta y en la que él se salvó y pudo escribir ese fantástico libro y crítica sobre la masificación sin medida en el Himalaya) . No sé cuándo llegará a Barcelona o si está llegando en estos momentos, ni que título le pondrán, pero os la queremos recomendar.
Está basada en la historia real de un chico que en 1990 se fue dos años con su mochila a viajar por USA y recorrer los territorios salvajes de Alaska únicamente con su mochila y su pasión por la naturaleza. Es una historia controvertida porque lo dejó todo sin avisar a su familia o amigos y destruyendo todo tipo de identificación para buscar esa pureza que había leído en los clásicos. La película no huye tampoco de esa polémica, la muestra simplemente; ya que, en la publicación del libro, se le acusaba al protagonista de inconsciente y loco por no pensar en el sufrimiento de su familia y por no temer por su propia vida. También se le acusaba de niño de papá que buscaba emociones fuertes difuminando el nivel espiritual que intentaba transmitir con sus escritos.
No he leído el libro, aunque cuando lo encuentre no dudaré en comprarlo, pero la película es rigurosamente equitativa en la visión de la historia. Se ve y se siente el sufrimiento de la familia, como también el gozo y el sufrimiento del protagonista por querer vivir una aventura así. Lo que más nos llegó de toda la historia es la delicadeza de cómo muestra estos sentimientos, de la fotografía tan espectacular, de lo detallista que es mostrando cómo puedes sentirte en esos momentos eternos de plena unidad con la naturaleza, de la vida en su forma más pura, sin buscar nada más.
¿Que hizo sufrir a su familia? Es evidente ¿Que era un niño de papá? Nació en una familia yankee acomodada, pero eso no añade o resta para nada esa búsqueda de la pureza con las manos vacías y de todo lo que conlleva. Esa aventura es fascinante compartirla con el protagonista, brillantemente interpretado y con todos los personajes que se va encontrando por su solitario camino, perlas de humanidad de una ternura infinita. Es la contemplación de la humanidad con sus sueños y miedos en su forma más cruda.
Además de todo esto, la fotografía de esos espectaculares lugares por los que transita es inigualable y el trabajo actoral afinadísimo.
¿Y la banda sonora? ¡Eddie Vedder! Acorde a la perfección con la épica y la profundidad espiritual de muchos momentos.

Nosotros nos sentimos muy atraídos por la historia y porque nos hacía evocar la gran película Jeremiah Johnson. Aquella película que protagonizaba Robert Redford y que era un personaje fascinante. Sólo sabes de él que llega a un pequeño pueblo vestido con un pantalón sucio de confederado y se aleja por la tierras salvajes de las Rocosas. Allí se busca la vida en soledad, sufriendo y gozando mientras aprende a vivir en ese difícil entorno, huyendo de la gente. Con grandes paisajes... Con grandes silencios.
Ésta no tiene tantos silencios, pero los paisajes y la aventura no desmerece nada a la de Jeremiah, es igual de dura y dramática.
Hubo tantos momentos de emoción, de lágrimas incontenibles, de complicidad con esa pasión pura de vivir la vida y la naturaleza con intensidad, que no con ansiedad... Hay momentos en los que no entiendes del todo los planteamientos del protagonista o por qué hace las cosas de esa manera pero lo aceptas como parte de su idiosincrasia, de su inocencia. O, ¿Quizá mi inglés se quedaba corto en algunos momentos?
Os la recomendamos porque es un trozo de vida que vale la pena compartir y te hace volar y reflexionar en lo que persigues en la vida y su precio.

A la izquierda encontraréis la web de la película.

31.10.07

YOSEMITE

No voy a hablar de la masificación del primer Parque Nacional que se fundó en USA. Ni de las normas tan estrictas que impone la normativa y que los Rangers se empeñan incansablemente en llevar a cabo, eso sí, con mucha amabilidad y educación. Tampoco de las personas que se acercan a este santuario de la naturaleza como si de un paseo por Las Vegas se tratara. Sin la más mínima conciencia de dónde están, ensuciando y gritando como posesos si tienen la desmerecida suerte de ver un oso, por ejemplo. Seguramente por eso esas normas, que tanto nos putean a los que sí sabemos autogestionarnos, han de existir.

Prefiero hablar del otro Yosemite, del esencial, del auténtico, del que siempre ha estado ahí y mira con elegante pasividad todo lo que pasa a sus pies. Del que te sobrepasa cuando la carretera, después de varios kilómetros de intrigante espera, por fin te deposita en sus entrañas y se manifiesta grande, bello, armónico... Un profundo valle esculpido por ancestrales glaciares y enmarcado por impresionantes paredes de granito. Una roca muy especial que en sus vertientes soleadas muestra una gran gama de cálidos colores. Si cierro los ojos la recuerdo de un beige casi anaranjado. Mientras, en sus lados sombríos nos transmite lo duro que es vivir la mayoría del año sin la luz solar, con grandes chorreras surcando sus grises paredes como lágrimas petrificadas. Es inevitable alzar la vista constantemente y perder el tiempo contemplando esas murallas en la que se combinan las características formas angulosas del granito con lineas ondulantes de alfarería. Los bosques son inabarcables y frondosos, con sus varios tipos de sequoyas de corteza roja y aterciopelada. Un lugar cargado de un espíritu especial que hace que hasta caminar por sus instalaciones turísticas, que todo hay que decirlo, están hechas con muy buen gusto, se convierta en unos paseos más que agradables.

No sé cómo hubiera captado el valle sin ojos de escalador, seguramente de otra manera, pero cada mañana era una emoción nueva el intentar descubrir nuevas cordadas colgadas de esas lineas de ensueño. O reseguir día tras día la lenta progresión de muchas de ellas que ante paredes tan grandes necesitan varios días de escalada, con sus hamacas multicolor que desplegaban por la noche o cuando el tiempo decidía ser lluvioso. Ésta es una de las mecas de la escalada en roca en el mundo, por no decir la que más. Aquí se fraguó entre los 60 y los 70 una revolución en la concepción de la escalada cuando la movida hippie californiana se trasladó a estas enormes paredes rompiendo fronteras técnicas y psicológicas y dejando, tras el paso de los años, una estela de leyenda. Para mi ha sido inevitable andar por este lugar sin respirar constantemente todos esos aromas y no acabar con dolor de cuello de tanto alzar la vista. Y el Capitán, siempre el Capitán. Con su enorme corazón surcado en su pared S-W y sus mil metros de granito perfecto cayendo a plomo sobre prácticamente la mismísima pradera. Lo tienes ante tus ojos y te has de tomar tu tiempo para asimilar sus grandes dimensiones. No tienes más referencias que las líneas de sus formas y cuesta medir las distancias. Tanto que a partir de cierta altura es imposible distinguir a un escalador a simple vista, los prismáticos son imprescindibles. Horas y horas me he pasado mirándolo y ubicando, gracias a unos italianos majísimos que me prestaron su libro de reseñas, la mayoría de sus vías. Nombres míticos como "Salathé","Zeñatta Mondatta","Mescalito","A Separate Reality","Ocean Pacific Wall"...y tantos nombres vividos a través de revistas y libros. Como Maurizio me dijo con un divertido gesto, no puedes más que babear. Y cómo no, la "Nose", quizá la ruta más emblemática y, seguro, la más repetida del valle. Precisamente en la "Nose" estuve tres o cuatro horas, en una tarde semi-lluviosa, resiguiendo los dos últimos largos de una cordada hasta que desaparecieron tras el filo recortado sobre el cielo. Antonia se apuntaba a ratos compartiendo emocionados los prismáticos. Yo no estaba encaramado, pero sabía muy bien lo que debían estar sintiendo. Esa mezcla de cansancio y ganas de acabar, sintiéndose tan cerca del final, pero también una satisfacción absoluta y momentos de subidón en los que compartes con tu compañero eufóricos gritos de ánimo.

Dos noches tuvimos la ocasión de estar bajo sus pies y contemplar el bonito espectáculo de los frontales de los que iban a pasar la noche en la pared. Para ellos era el momento del descanso, de comer algo caliente y de sumergirse en el calor del saco a cientos de metros del suelo. Para nosotros era como si las estrellas del cielo se prolongaran y crearan nuevas constelaciones sobre un trozo de firmamento pétreo.

No puedo negar que para mi no ha sido fácil, vivir todo esto, estar en Yosemite y no haberme sumergido do pleno en el ambiente de la escalda, mejor dicho, no haber ido con intención de escalar, de sentirme en esa camaradería y compartiendo la pasión por la escalada que tan especial te hace sentir. Sí que dormimos una noche en el Campo 4, un pequeño reducto del valle donde tradicionalmente siempre se han instalado los escaladores y la escalada se respira por todos los rincones, pero no me sentía escalador y la envidia me carcomía por dentro. No he ido a Yosemite para escalar, eso lo sabía, pero una vez allí se han manifestado muchas de las complejas razones por las que me he ido alejando de ella. No he dejado de hacer montaña, pero hace mucho tiempo que no me acerco a la verticalidad y siempre la he echado de menos, en Yosemite, más. Máxime, cuando en una época, con algún compañero, llegamos a plantearnos tímidamente la posibilidad de ir.

Yosemite a sido un lugar del que recuerdo haber tenido referencias incluso antes de empezar a hacer montaña y ya he estado en el, ya lo he pateado y lo he vivido, ya forma parte de mis recuerdos y me ha dejado una huella imborrable. Un lugar muy especial que creo que no deja indiferente a nadie que tenga dos dedos de sensibilidad, aunque no sea escalador.

Xavi
Han pasado unos días desde que abandonamos Yosemite y es ahora cuando puedo sentarme y escribir unas cuantas líneas sobre lo que han significado estas casi dos semanas en el valle. Estuve aquí hace nueve años sin saber qué era ni lo que me encontraría y me quedé casi el mismo tiempo atrapada en su encanto. Un sitio en el que conocí por primera vez qué era eso de la escalada y donde me encontré unas personas maravillosas que me introdujeron en ese mundo y su filosofía. A raíz de aquella experiencia surgieron otras al desierto y a Utah, el viaje se fue transformando y me llevó a lugares que ni imaginé.
A Xavi y a mí nos llenaba de excitación la llegada a este sitio tan especial, yo por reencontrarme con un lugar muy querido y que en realidad me hizo conocer y enamorarme de Xavi y él por realizar un sueño largamente dormido.

Luego, llega la realidad en ese punto del tiempo. Los paisajes cambian y nosotros también. Yosemite se nos ha descubierto como un lugar de sentimientos muy diferentes y a veces enfrentados. Sombras del pasado que salen a la luz del presente y te hacen cuestionar y ver con diferente actitud el presente mismo. Con dolor, con tristeza, con valor. Momentos de delicada ternura y belleza. Mucha belleza rodeándote de toda la fealdad que te pueda sorprender dentro o fuera de tu alma.
Días que nos sentimos felices de haber vivido juntos aquí, en Yosemite.

Han hecho falta unos días de calidez y paisajes inacabables para echar un vistazo a esos días intensos en el valle. Death Valley y su desnudez nos han ayudado. Su paisaje que todo lo muestra y no esconde nada, hace el mismo efecto contigo y ha resultado un bálsamo.
Y el Indian Summer. Le llaman así a tres semanas en mitad del otoño donde hace un calor de propio verano en el día y un frescor agradable en la noche. Creo que voy a cambiar el otoño como estación favorita y voy a elegir el Indian Summer.

El Indian Summer nos acoge y seguimos viaje.


Antonia

ASCENSIÓN AL HALF DOME


Half Dome 2.694 mts
1.460 mts de desnivel, cinco horas hasta la cima.

Al principio el camino va ganando altura y desnivel rápidamente superando dos principales gradas que son las dos cascadas importantes. El camino está muy bien marcado e incluso pavimentado en algunos tramos, y va trazando unas zetas muy buenas, tipo camino gavacho. Discurre entre bosques sombríos con pozas y estanques de aguas cristalinas.
Después se llega a la cuenca alta del río Merced que es una especie de altiplanicie elevada del valle. En ese punto estás situado al sur del Half Dome, pero el camino se empeña en dar un rodeo innecesario y agotador hasta llegar a su parte este que es el punto débil. Eso sí con unos bosques de pino californiano y sequoias impresionantes y enormes. Como es una vertiente más soleada, la madera de los troncos es rojiza, dando un contraste precioso con el verde de las copas.
Este camino te deja al pie de la pirámide somital, frente al gran monolito rocoso del Half Dome. Tras una empinada subida en la roca, llegamos al hombro desde el cual sólo se puede subir los últimos ciento cincuenta metros hasta la cima mediante unos cables instalados para ello. Sin los cables sería factible para un escalador que no le diera impresión el patio. Se trata de unas losas bastantes inclinadas en las que la mayoría de tramos existen fisuras para progresar. En algunos momentos no hay fisuras pero por la gran adherencia de la roca se puede seguir. Xavi calcula que sería entre segundo y tercer grado expuesto.
Llegamos con las luces premonitorias del atardecer y cuando ya empezaba a cubrir la cima la niebla decidimos bajar con un poco de ligereza para que no nos sorprendiera la noche, ya que veíamos que la bajada sería larga.
Hicimos una parada técnica para comer y yo decidí adelantarme porque me estaba quedando fría. Fui tirando pero poco a poco me fui dando cuenta de que estaba muy sola, no oía voces, Xavi no me alcanzaba y lo más definitivo; cada vez el camino era más desolado y poco conocido. ¡Me había perdido! Bueno, estaba en un camino transitado pero no era el que había cogido para subir. Un solitario caminante me había confundido y había seguido su ruta. Decidí volver, porque pensaba que si Xavi no me alcanzaba, se iba a preocupar, además de que quedarme allá en ese bosque a menos de tres horas de la total oscuridad no me apetecía mucho. Volví para atrás, cagándome en todo. Ya sabéis lo que fastidia volver sobre tus pasos cuando estás ya petadeta. Volví hasta que me encontré una pareja que lejos de ayudarme me lió más, pero al final encontré la unión del camino normal y el atajo que cogí. Fui corriendo pero esta pareja eran extraños y me daban conversación queriéndome entretener. No daba crédito de su inconsciencia, estábamos a cinco horas del valle y ellos estaban paseando sin importarles la poca luz que quedaba. En la menor ocasión me escapé y empecé a correr montaña abajo, como nunca he corrido por la montaña, del tirón, ¡A cara perro! Sólo pensaba en Xavi y la desesperación que tendría al no alcanzarme nunca porque ¡Yo estaba detrás! Al mismo tiempo imaginaba que no podía aflojar porque el estaría también a cara perro intentándome alcanzar.
Las luces se iban apagando y el crepúsculo se convertía cada vez más en noche, hasta que lo ví y él me vio. Cuando nos encontramos Xavi ya había cobrado conciencia de que algo iba mal y estaba subiendo hacia arriba para encontrarme. ¡Ufff! Sacamos nuestros frontales y fuimos cogiendo el camino para abajo. Pero ahí no acabó la aventura. Pese a que el atardecer entre los troncos de los árboles era una delicia, no disfrutamos de la bajada ya que cada uno pensaba en el otro y dónde estaría.
Camino abajo nos encontramos a un japo "coronel tapioca" que estaba más perdido que una gallina en un garaje y por pena lo esperamos. Lo agradeció, así que bajábamos juntos lo más rápidamente que podíamos. Poco después vimos a tres personas más, japos también, a las que se les gastó las pilas del único frontal que tenían. Xavi al frente y yo al final de esta comitiva de rescate hacia el valle.
No acaba ahí, más adelante, nos encontramos a una pareja, él yankee y ella... japo también (perdonad mi rudeza antropológica, no eran japos, eran asiáticos yankees, asian american como se les llama aquí). Iban de verano total, con pantalones cortos, una sudadera y una botellita de agua mineral vacía. Sin frontales, sin forro, sin nada, ahí desamparados sin tener ni puta idea de nada. Dos más para la caravana de rescate.
Fueron momentos desesperantes, de no comprender nada, de ir tan lentos que nos estaba machacando a Xavi y a mí, con una sed inmensa. Dos frontales para ocho personas es algo escaso en la total oscuridad. Se hizo interminable. Era noche cerrada y la temperatura estaba bajando por momentos. No era un buen plan quedarse allá toda la noche, hubieran pasado la noche del loro. ¡Además con los osos!
Al acabar sólo pensábamos en una ducha gloriosa que iba a quitarnos el cansancio y la mugre de todo el día y de toda la semana anterior, para qué negarlo. Después de la ducha y una sopita instant reparadora estábamos sin habla pero aún pudimos comentar la jugada con un ranger que nos decía que eso era el trabajo que hacían cada noche, era lo habitual. De hecho ese día era sábado y estaba a reventar. Yo creo que lo hacen todo tan fácil, tan accesible en este valle que la gente se deja llevar por la inconsciencia y piensa que es un paseíto por el prado en vez de caminatas largas y con necesidad de dosificación. Son muy paternales, y no sé quién empieza si el padre por serlo o los hijos por no ser capaces de tener criterio. Lo hicimos ese día porque el lunes quitaban los cables de la cima del Half Dome y francamente yo no hubiera subido sin ellos. Después nos enteramos de que la información era errónea, no los quitaron ese día. Un vasco que conocimos hizo cumbre el lunes y nos contó que estuvo prácticamente solo. ¡Me cago en la puta!
De todas formas nos complace pensar que gracias a que lo hicimos ese día ayudamos a seis personas desamparadas a no tener la noche de su vida. Pese a la masificación y a la ilógica de la segunda parte de la ruta es una ascensión increíblemente bonita y que te da unas vistas únicas de los picos nevados de las tierras altas del valle.


FOTOS EN LOS VÍNCULOS DE LA IZQUIERDA.

VIVAC EN LA CIMA DEL CAPITÁN


El Capitán, 2.307 mts.
1.100 mts de desnivel, seis horas hasta la cima.
Esta vez la ascensión discurre por el lado opuesto del valle, como es habitual aquí por un buen camino que te hace subir rápidamente de desnivel. La tónica es la misma que la ascensión del Half Dome, primero mucho desnivel y después una larga distancia dando rodeos ganando poca altura. La primera parte vas subiendo y ganando diferentes perspectivas del valle y la cascada más famosa de Yosemite, Upper Yosemite Falls. Estaba totalmente seca porque era otoño y se alimenta de las nieves del invierno. Los yankees dicen que es la cascada más alta de Norteamérica con más de 700 metros de caída, aunque para mí el hecho de que esa caída esté fraccionada en dos cascadas y que no siempre haya agua, lo hace más que dudoso. Aún así, sin agua, es impresionante, con agua tiene que ser inigualable.
En el segundo tramo pasas por unos lomos, subiendo, bajando desnivel por unos bosques frondosos y mágicos, ya que estás a mucha altura pero la distancia que hay hasta el Capitán es mucha aún. Vas transitando por la altiplanicie sobre el valle hasta la misma cima.
La anécdota de esta ascensión es que casi llegando al último tramo la bota izquierda de Antonia empezó a hablar y prácticamente se despegaba a cada paso que dábamos. Suerte que ella trajo con el mini-botiquín una cinta de esparadrapo que pudo sujetar bien la suela y que milagrosamente aguantó hasta el día siguiente en la misma puerta de la Paquita.
Fue una ascensión físicamente exigente. Era larga y con las mochilonas se hacía cansada. Además de nuestro piano, teníamos que llevar unas canastas herméticas de plástico a prueba de osos para llevar toda la comida y las cosas olorosas. No te dejaban acampar fuera de las zonas de acampada si no llevabas la canastita y si no solicitabas un permiso, "wilderness permit." Allá se demostró que ningún oso se asomaba a la cima, ni oso, ni animal, salvo los insectos.
¡Qué decir de la cima! impresionante, desolada, solitaria!!! No vimos a nadie, la mayoría de gente no progresaba a partir del nacimiento de la cascada y era un placer estar allá.
Descubrimos un vivac preparado sólo para nosotros, al refugio de un muro de piedras y un pino tozudo que se retorcía y aguantaba las ventadas. Al lado había una hoguera protegida por piedras en la que hicimos nuestra cenita después de ver el atardecer. La ascensión se hizo más larga de lo que habíamos calculado y al final prácticamente corríamos porque el atardecer se nos echaba encima y no nos lo queríamos perder. Cuando por fin vimos la cima nos inundó la excitación porque aún teníamos tiempo de disfrutar de la luz en la cumbre que ya empezaba a tornarse cálida.
Escorpio y Sagitario brillaban frente a nosotros y a lo lejos, al otro lado del valle, en la opuesta altiplanicie vimos otra hoguera que ardía. Como en la Tierra Media nos comunicábamos en la distancia con nuestras estrellas de fuego, disfrutando de la noche.

Los primeros reflejos del amanecer nos despertaron y yo después de desayunar fui a ver la salida de la Nose. Estuve transitando un buen rato por el borde de la pared hasta localizarla. Antonia no le apeteció venir y me encontré solo imaginando la emoción y excitación de un escalador que se reencuentra de nuevo con suelo firme tras varios días colgado de la pared, guardando para siempre en su memoria esos tan deseados 1000 metros de dura y mítica escalada.

La bajada fue plácida y relajada. A medida que bajábamos y la bota de Antonia resistía íbamos dando velocidad a nuestros pasos, superando a todos los que bajaban por el camino desde la cascada. Disfrutando de cada salto y de la magnífica vista.
Pasar la noche allá arriba fue muy especial y esos dos días en el Capitán serán imborrables.




FOTOS EN LOS VÍNCULOS DE LA IZQUIERDA

Y ADEMÁS VIMOS UN OSO...

... NO, ÉSTE NO, ÉSTE:

PETICIÓ DEL FERRAN I DELS QUI ES VAN I VULGUIN AFEGIR-SE

Aquí tens el que em vas demanar. Què pensavas, que no ho faria? Es impossible anar a Yosemite i no apropar-se a peu de via i tocar amb les mans la seva roca. No només això, m´he prés la molèstia de pujar a dalt per fer-te també la foto de la sortida.
El primer llarg no és gaire maco, és com d'introducció, però a partir del segon la roca ja agafa la tonalitat i qualitat tan característica.
També et deixo el traçat de la via que ja em sé de memòria de tant mirar-lo. Encara que no es vegi, en el moment de fer les fotos havia gent escalant-la. I si vols estar entretingut una estona tens les resenyes que em van deixar els italians.
Que ho gaudeixis i que ho gaudiu.

R O i primer llarg


des de la dreta de la R O

el traçat




la sortida

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8.10.07

7 octubre 2007 BAUTIZO EN EL PACÍFICO

Hoy ha sido mi cumpleaños. Supongo que no es la primera vez que cumplo años fuera de casa, no los recuerdo todos pero hasta hoy consideraba que quizá el más especial, al menos referido al lugar, fue cuando hice los 29. Estaba en pleno corazón del Himalaya después de una gran nevada que dejó todo el paisaje absolutamente blanco y aquel día subimos hasta aproximadamente 6000 mts con tiempo soleado y anticiclónico. Tenía ante mí un trocito de la enorme cordillera desde una atalaya privilegiada. Las montañas más espectaculares de la Tierra. Por la noche, en el campo base, después de cenar los "porters" (más conocidos como sherpas) me tenían preparada una tarta de cumpleaños, con vela y todo.
Hoy he cumplido mis 35 en las bastas costas californianas, ante el gran Pacífico y también con un día soleado. Para mí este océano siempre ha sido sinónimo de tierras lejanas y míticas. Más allá del Atlántico, más allá de América. Algo así como el fin del mundo, donde a partir de ahí solo resta un gran vacío y un lugar al que llegar ha supuesto un largo camino de aventuras y descubrimientos. Intento imaginar estas tierras cuando aún eran vírgenes y el sobrecogedor espectáculo que debieron ver los primeros pobladores que por aquí se acercaron y el escalofrío que sintieron ante esta inmensidad. Y me refiero a los que llevaban plumas, no a los que llevaban pistolas.
Además he cumplido una de las cosas que deseaba hacer desde que aterricé aquí, o mejor dicho, desde que proyecté venir al lejano Oeste, bañarme en él. Como un bautizo simbólico en estas gélidas aguas antes de partir hacia las maravillas que nos esperan en el interior. Ahora que ya está todo listo. Y cómo no, hemos recogido agua del mar y hemos bautizado también a nuestra Paca, deseándole que tenga una buena trayectoria y pidiéndole que se comporte y no nos de muchos problemas. Después el día nos ha regalado un dorado ocaso sobre el mar, con las olas rompiendo bajo los riscos en los que estábamos encaramados. Algo no muy habitual para los de nuestra geografía. "Y qué le voy a hacer si yo nací en el Mediterráneo".
Supongo que este tipo de experiencias están sobrealimentadas por el intelecto, el hecho de saber que mi cumpleaños lo he pasado en California y me he bañado en el Pacifico le añade romanticismo, es inevitable. No me importará ser un abuelo entrañable contando sus batallitas.
No se dónde el tiempo colocará el día de hoy, sí sé que ha sido especial. Hoy no ha habido tarta pero Antonia me ha preparado una cena riquísima y hecha con mucho amor y en breve me esperan otras montañas fascinantes, esta vez no para ser escaladas, pero si gozadas. Próximo destino: Yosemite.

XAVI